El antídoto contra el perfeccionismo es la aceptación de la realidad, de lo que es, ya sean fracasos, emociones o éxitos. Cuando no aceptamos el fracaso, evitamos los desafío y el esfuerzo y nos privamos de la oportunidad de aprender y desarrollarnos; cuando no aceptamos las emociones dolorosas, terminamos reflexionando sobre ellas obsesivamente: las magnificamos y negarnos la posibilidad de la serenidad; y cuando no logramos
aceptar, abrazar y apreciar el éxito, entonces nada de lo que hagamos tiene efecto real ni significado.
Pep Marí propone el siguiente modelo en forma de piramide asociado al alto rendimiento. En la base el "Poder aprender" (ser humilde, tener los pies sobre la tierra, un entorno que ayude), luego "Querer aprender" (pagar todo el precio que implican las metas que te trazas), más arriba "Saber aprender" (tener claro el proceso de aprendizaje incluyendo el aprender de los errores) y por último "Demostrar lo aprendido" (poder rendir bajo la presión de la competencia).
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