Bitácora de Carlos Saggio

 A lo largo de la vida hay cosas que no pudimos. Nos queda un sabor a tristeza, a añoranza. La dura pared del que no todo se puede. Vivimos con esa deuda. La llevamos con nosotros.

 La calidad de los procesos puede ser que necesite que no trabajemos con metas de resultados. Cuando voy sin metas me enfoco en el proceso, en hacer con cuidado las tareas, sin ansiedad, sin apuro, sin quitarle detalles. Cuando me pongo una meta, me apuro por alcanzarla y en el medio voy quitando elementos que me demoran.

Se te rompe el auto. Se viene un gasto grande. Te amargas. Te cambian muchos planes. Hay una tarea por delante de aceptar lo inesperado, soltarlo, buscar alternativas y seguir. No quedarse pegados, esparcir esa bronca por todos lados y hacerla eterna. Vivir desapegados.

A veces nos llenamos de actividades tratando de cubrir todas las necesidades pero provocando una sensación interna de no felicidad por el amontonamiento, la falta de aire, y la velocidad de nuestras vidas.

Esta imagen me genero muchas interpretaciones. No dejarse ayudar. No aprovechar el viento de cola. Ser rígido con los planes. Ser narcisista y pensar que nadie lo hace mejor que yo.  

En un final cerrado es muy probable que gane el equipo que más riesgos se anime a tomar. Tomar menos riesgos correlaciona con velocidad de ejecución lenta y monitoreo, ambas condiciones que afectan los movimientos y la efectividad de los mismos.