Bitácora de Carlos Saggio

 Algunos días salgo a caminar alrededor de las diez de la mañana por el Parque Rivadavia. Casi siempre voy escuchando un podcast durante la caminata y me llevo un libro que suelo leer al sol un rato cuando estoy allí. Al costado del parque hay un colegio y hoy el ruido a recreo se metió en mi y me transporto a mis recreos. Esa alegría, esa libertad, ese juego, ese momento que no queres que se acabe, que tenia ese ruido inconfundible y que estoy buscando.

Muchas veces se le pregunta a los deportistas como motivarse después de un logro y esa pregunta no considera que nuestro cerebro busca todo el tiempo repetir aquellas sensaciones placenteras. Esa descarga química que sentiste al momento del logro hace que toda tu mente se vuelva a movilizar para sentirla nuevamente. 

Hay personas que están en todo momento buscando motivos para sufrir. Se agarran de pequeñas situaciones para canalizar esa necesidad y la encuentran...dejan pasar las cosas buenas que les pasan, las ignoran y siempre van por el sendero del sufrimiento. La solución no alcanza con cubrir los primeros pedidos porque la necesidad de sufrir hará que aparezcan los segundos y los terceros. Hay que dejarlos ir. No hacerlos parte de tu vida. No sentirse mal uno por ese sufrimiento que esparcen imposible de apagar.

Una de las lecciones de esta temporada ha sido preparar a los jugadores desde el inicio para la situación más exigente que deberán afrontar: superar al mejor defensor de todos los equipos, ser buenos superando rachas negativas en un juego, transformarte en un gran defensor para que no tengas que salir frente a un gran atacante, crecer mucho si partiste de atrás para no salir de la rotación. El escenario más exigente te mantiene la mentalidad correcta y te hace llegar a esos momentos en optimas condiciones.