Bitácora de Carlos Saggio

Como buen introvertido me gustan mis momentos de soledad. Los uso para conectarme conmigo mismo. Y el último día del año siempre me invita a la reflexión. Cada vez valoro más la libertad. Libertad para elegir que hacer, con quien, cuando. La libertad me parece el principal poder. También creo muy importante lograr momentos de intensidad. Llevar las emociones bien arriba. Nos hacen sentir vivos. Hacer cosas en donde las emociones peguen saltos. Otra cosa muy importante este año fue poder tomar distancia de uno mismo, de lo que sabemos y entrar en contacto con la realidad sin velos, tocándola, reconociéndola y empezamos desde allí. Aceptar y accionar. Eso es útil más grande somos. Los cambios nacen haciendo. No olvidar eso. No importa lo inmenso del inicio. Hay que animarse a empezar casi para la burla pero dar ese primer paso. Creen en la fuerza del progreso.

Esta preciosa charla presenta las siguientes reglas: 1.La adversidad no discrimina. Es la norma para la vida de todos nosotros. ¿Por qué a ti no? 2.Maneja el foco de tu atención: sigue habiendo mucha vida en el procesamiento de la adversidad 3.Eso que haces, te ayuda o te daña? Respóndete esa pregunta y acciona.

Muchos problemas de los deportistas se solucionan "ensanchando" sus vidas. Provocando más intereses, descomprimiendo los tiempos para las cosas, generando más energía al hacer cosas que los hacen sentir bien. Muchas veces la solución está "afuera" del problema que traen.

En una negociación, las preguntas que empiezan con un "Qué" o un "Como" invitan a que tu interlocutor se sienta bajo control de la situación y colabore con la solución. - ¿Cómo se supone que proceda? - ¿En que sentido esto es importante para vos? - ¿Cómo puedo contribuir a que esto sea mejor para ambos? - ¿Qué es lo que nos ha conducido a esta situación? Estas preguntas conducen a la otra parte a la solución del problema y evitan la confrontación.

Antes de pedirle algo al otro tenemos que establecer un vinculo con él. El vinculo se arma a partir de lograr que el otro sea escuchado, se lo tenga en cuenta, se logre ver la vida a través de sus ojos. Hay muchos "si" cuando logramos ser empáticos, estar del mismo lado.

La forma más directa y efectiva de arreglar un error es abordar el enojo del otro: "perdón...la cagué...soy un imbécil". Abordar las emociones negativas del otro, las disuelve.

Cuando hablo en público, uso el "de algún modo" uniendo mis ideas, volviendo arrancar. Por supuesto, es inconsciente y del otro lado molesto...:-) Creo que expresa mi optimismo, mi mente la eligió porque expresa el encontrar la salida, la vuelta. A pesar de ello, de algún modo, me voy a quitar esta molesta muletilla. 

En vez de negar o ignorar las emociones, los buenos jugadores las identifican y lograr influir en ellas. Saben etiquetar con precisión las emociones, las demás y las propias. Y una vez etiquetadas, pueden hablar de ellas sin dejarse llevar por ellas. Ven las emociones como una herramienta, como un medio y no un obstáculo. 

Una forma muy efectiva de callar todo el autodiálogo interno es llevar toda tu atención al juego, hacia afuera. Manejar tu atención. Ver y reaccionar.

Pararse frente a una situación sin asunciones te permite mantener más ágil. Este es un desafío muy importante para el experto porque tiene un montón de conocimiento para rápidamente encuadrar lo que esta pasando. Si caes en esta trampa no ves lo que esta sucediendo sino lo que sabes puede estar sucediendo.

Muchos procesos son disfrazados de progreso vía el uso de las palabras. Por supuesto los resultados obtenidos no hablan de la calidad del proceso pero también con palabras exageradas podernos ocultar un proceso de muy mala calidad.

Algunos jugadores logran altos niveles de confianza yéndose a dormir el día previo al partido a las 21 hs mientras que otros a las 2 de la mañana. Algunos necesitan la sensación de que les sobra energía y otros la sensación de tener que dar un extra. Todos quieren llegar al mismo lugar pero tenemos que aceptar que hay distintos caminos.

Estoy pensando seriamente tomarme 45 días de vacaciones. Días sin nada que debo hacer para llenarme de cosas que quiero hacer. Salir de la rutina. Romperla. Días de pleno crecimiento, descanso, afectos, risas.

 Dejar ir quiere decir no apego, principalmente a los resultados, dejar de identificarnos con lo que queremos o a lo que debemos tener. Dejar ir también significa no aferrarnos a lo que más odiamos. Dejar que las cosas sean como son significa posicionarse en un lugar en donde uno es mucho más grande que la vocecita interior que le susurra "esto no puede estar sucediendo" o "esto debe ser de tal forma". No tenemos que ser victimas de nuestros insaciables e incesantes deseos. Debemos dejar que las cosas sean como son. Eso es inmediatamente liberador y cuanto más soltamos, mayor es nuestro bienestar. Esto no debe confundirse con pasividad. Abrazamos la realidad de un modo nuevo. 

 Aceptar es entender como las cosas son y descubrir el modo más sabio de relacionarse con ellas y actuar, con esa visión clara, en consecuencia. No tiene que ver con la resignación pasiva, no es que "basta simplemente con aceptar" las circunstancias. Si no ves las cosas como son, no puedes actuar. Cuando aceptas las cosas como son, el siguiente momento ya es distinto. Uno se libera al instante de todas las narraciones limitantes. Aceptar es lo opuesto a aferrarse a un conocimiento, una idea, un relato. Cuando renunciamos a tener cosas exactamente del modo en el que creemos que las necesitamos para ser felices, cuando podemos sostener cualquier cosa que este desplegándose, ya sea placentera, desagradable o neutra, y permitimos que las cosas sean exactamente como son, resulta posible permanecer en este momento sin tener que ser nada diferente.